Mil barreras ante ti, que te ahuyentan al oír mis pasos, mil desquicicios para mí, que una y otra vez, quizás en sueños, me desatas y yo echo a correr intentando encontrar aunque sea tu sombra. Allá donde las sombras pierden toda su identidad, más allá aún de cualquier sentido, tú una y otra vez me engatusas mientras yo espero ansioso. Mil noches preguntándome cual será el destino si existiera en el cual tu y yo nos encontramos. Y por ahora tan solo tu recorres la explanada sentimental recreándote en cada charco de mi lastimero corazón el cual no sabe ya a quién querer. Esperaré en este altar de gozo para ti mientras tu te dignas a presentarme y no a huir. En un mar sin sentido, en el muelle de la desesperanza...
La eterna espera continúa...
jueves, 20 de diciembre de 2007
Publicado por Antonio Manuel en 3:22
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