La vida en una rosa

jueves, 20 de septiembre de 2007


Érase una vez...de tal modo empiezan todos los cuentos al menos los alegres y esta vez empieza así lo que parece un sueño. Érase una rosa que bajaba por el río admirando el bonito curso de éste, entreteniéndose en el agua en la cual se posaba y mientras soñaba recalar en la más bella orilla a la vista del inmenso mar al que adoraba y éste era su sueño. En el cielo volaban pájaros que la miraban y la deseaban, soñaban con su sueño cumplido y se sentían felices. Pensaron que su única tarea en su corta vida era contemplar la felicidad de los demás mostrándose ellos alegres apareciendo en sus vidas. Pensaron y se dieron cuenta de que ellos tenían también sus sueños y deseos observando como la rosa bajaba por el río cumpliendo su sueño y realizándose, se dieron cuenta de su existencia. Mientras, la rosa bajaba por el río echando la vista atrás hacia aquel jardín que siempre quiso dejar atrás para nadar en su mar interior y sentirse libre. Dejó atrás los deseos que no pudo cumplir en aquel jardín sientiéndose esclava de los mimos de quién fuera y a la vez esclava con el más desagradable de los sentimientos, el apego. Recordó los amores que no pudo tener en sus labios y sentirlos y sintió una gran pena al saber que ésos son los que nunca olvidará en su vida y recordó que deseó ser querida por las olas del mar que tanto le llamaba la atención. En su mundo interior algo despertó y aprendió que ése era su camino y su destino y en una hermosa mañana echó a volar al cielo cortada por la esclavitud que tantos mimos le daba y echó rienda sueltas a sus más instintivos deseos y comenzó su largo camino que arribaría a su puerto finalmente. Éra su mar y su sueño, su destino y su alegría, destinándose allí todas sus ilusiones que no era otra cosa más que sentir al fin de cerca el mar de sus amores. La rosa quedó posada en la orilla y se sintió plenamente feliz de su vida con una hermosa puesta de sol en el ocaso de su vida.

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